La cosa es
que ese día en la noche le entregamos algo de cariño, leche
y alimento, a lo cual el respondió con maullidos de satisfacción
y ronroneos. Ese era el premio a nuestra pequeña entrega para este
mundo animal. Y este comienzo nos deparaba sorpresas enormes que no imaginábamos. Al día siguiente nuestra sorpresa fue mayor, cuando sentimos su maullido para anunciar su llegada nuevamente a nuestra puerta, fuimos A ver desde la ventana, y, el espectáculo era mayor, el gato de la noche anterior había traído a su amigo colorín con enormes rayas mas obscuras un pelo de angora y unos ojos anunciadores de cariño por montones. Uy.. Que buen amigo el que lo trajo a comer, lo había invitado a nuestra casa sin siquiera comentarnos, a gusto y paciencia de el. |